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Poder adictivo de la lectura. Lo normal en los álbumes es tensar la relación entre palabras e imágenes para que sean estas últimas las que lleven el máximo peso de la narración. Pero también se puede llamar álbum a una historia que se apoya no en la tensión entre palabras e imágenes sino en unas ilustraciones con personalidad propia.
Es el caso de Al señor zorro le gustan los libros, de Franziska Biermann, un álbum original dentro de los muchos que tratan sobre libros pues, aparentemente, no se presenta con el deseo de ayudar a los niños a que aprecien los libros, o el de ayudar a los padres a que sepan inculcar ese aprecio correctamente, sino con la intención de mostrar el poder adictivo que puede tener el afán lector.
Véase: al protagonista le gustaban los libros para comérselos y, cuantos más comía, más le gustaban y más necesitaba; en fin, eso le conduce a la delincuencia: a robar en la biblioteca, a atracar una librería…; y, cuando lo encarcelan escribe un libro que gusta muchísimo al carcelero y que le hará famoso, todo un final hollywoodiense.
Las ilustraciones de Franziska Biermann, con figuras angulosas y colores fuertemente contrastados, son comparables con las de Rotraut Susanne Berner por su claridad narrativa y por el despliegue de los objetos en la página renunciando a la perspectiva.
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“Yo no le tengo miedo a nadie, perro feroz. Porque tengo un mensaje de una botella correo.”

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“—Poka… Pokita…, ¡me encantaría jugar al fútbol!”

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“—La noche es nuestra amiga, no hay por qué tenerle miedo.”

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“¡Auuuh auuuh, mis zorros pequeñines! ¡El chocolate caliente está servido!”

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“para salvar a la humanidad basta con mirar dónde se ponen los pies”

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“Hasta el día del bosque había pensado que siempre sería pequeña”

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“Quisiera tener…

La voz de la ballena que canta y es oída a un océano de distancia”.